Algo viscoso como el alma

Ácrata y Banquero
2 min readJun 8, 2023

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Daniel pateó al arco. Fue un golazo y mientras celebrábamos se escuchó el tono gris de la fanfarria en su entonación de luto. Enfilamos hacia la iglesia. Había mucha gente reunida que salía de la capilla hacia la sala de velación. Mientras se ocupaba el lugar nos acercamos al centro de la atención. El féretro en el que descansaba el cuerpo de un soldado de 22 años. Una bolsa negra estaba puesta a sus pies, entre sus botas perfectamente lustradas. La placa de identificación había sido arrancada de los cordones. Las dejan ahí por ser más fácil de recuperar en el caso de que una explosión destroce al soldado. La bolsa parecía tener un contenido. Ese no era el caso de él, su cuerpo estaba perfectamente conservado. No había sido desperdigado en todas las direcciones. En la bolsa negra algo se abultaba. Su cabeza perfectamente rasurada estaba coronada por una herida suturada y maquillada. Toqué la bolsa negra y algo suave por debajo se desplazó de un lado al otro. Su madre dialogaba con el capitán Ferreira quien le detallaba los por menores del suceso. Un machetazo en el cráneo por encima de su frente. Finalmente la abraza y le entrega una bandera de la patria perfectamente planchada mientras le dice aquí le devolvemos un héroe. Daniel me mira y con gestos me dice que nos retiremos. A la salida me pregunta que qué se sintió. Le pregunto que no sé a qué se refiere. La bolsa. La bolsa tenía las tripas del soldado.

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