Cirilo y Cerbero mataron a Felix
Julián el hermano de Andrés subió la colina pedaleando en su bicicleta hasta donde le permitían sus piernas de niño. Mientras el pelotón 43 hacia su recorrida como le correspondía cada 45 minutos. Andrés ya estaba en la cima junto con Daniel y el resto de la happy pandi y sus figuras se hacían cada vez más nítidas en medio del polvo de Bucaramanga. Finalmente se incorporó al grupo y mientras recuperaba el aliento posó sus ojos sobre tres gatos cachorros que se enroscaban jugando entre sí en las raíces expuestas de un guayacán. El tableteo de las botas de los soldados se hacía sentir cada vez más. Hasta que un aullido bajó desesperado en forma de gato y que correspondía a una madre que trataba de levantar a todos sus cachorros cuando a la vez que Cirilo y Cerbero rascaban el pavimento en su corrida escupiendo babaza. Como pudo los amontonó y atinó a levantar a uno de ellos cuando los otros dos le fueron arrebatados por los gemelos del mal. Todos los pelotones tiene sus perros de mascota que los cuidan cuando van a patrullar. Son perros criados en el rigor milimétrico de la guarnición y moldeados por la guerra. Sedientos de sangre como mal soldado. Bastó un tirón de un lado para otro de cada uno y los dejaron en el piso. Julián se acercó a auxiliarlos cuando los perros perdieron el interés en ellos y fueron tras la madre que horrorizada miraba desde las ramas del guayacán. Tomó al más pequeño de ellos mientras este en vano trataba darse vuelta. Ya está muerto gritó un soldado del pelotón 43 — esos movimientos son los reflejos de la muerte. Y así de repente dejaron de moverse y su mirada se perdió en el infinito.
